martes, 20 de noviembre de 2012

¡Hoooliis tributos!

¡Aquí esta el capitulo 5! Si, si ahora mismo lo voy a subir y ya lo podréis leer, he estado algo ocupada estos días y no he podido subir nuevas noticias, lo siento. Durante esta semana actualizaré las encuestas y los fan-fics. Y bueno, eso es todo, este es un poco mas corto, pero poco más y eso disfrutad del capitulo y a ver si os gusta. 






Capitulo 5; recordándote.





Al despertar sigo en casa de Lucas por lo que veo. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy aquí? A mi lado hay una carta de mi madre, Lucas me la dio anoche. La vuelvo a leer para asegurarme de saber lo que pasó.



“Finnick, cariño, tu padre y yo te tenemos que decir una cosa. Espero que no te hayamos decepcionado. Todo empezó hace tres años, cuando tu padre y yo fuimos al médico del Distrito, a tu padre le tocaba una revisión y tras horas y horas de pruebas le encontraron una… enfermedad. A la que no tenia cura. Nos dijeron que la gente que tiene esta enfermedad no suele salir con vida. No duraría más de cinco años. Y por lo visto, es verdad. Lo siento tanto Finnick. Por no habértelo dicho, tu padre te quería, te quería muchísimo.
Finnick, tu padre ha fallecido tres años más tarde desde que le encontraron la enfermedad.
 Volveré dentro de una semana.
Te quiere, mamá.”



Una lágrima cae por mi mejilla. Le quería tanto, joder. Salgo de la cama, que al parecer es la de Lucas, y bajo al comedor. Está Lucas sentado en el sofá, me siento a su lado.


-      Lo siento Finnick.



-      Yo también Lucas, yo también.- las lagrimas aun siguen cayendo por mis mejillas, no voy a secármelas.- Me voy a mi casa.- digo levantándome.



-      Te acompaño.- me dice amablemente.



Mientras vamos camino a mi casa me olvido de todo. Solo tengo en mente la carta. ¿Por qué yo? ¿He? ¿Por qué? No entiendo nada. Estoy deseando que todo esto sea una horrible pesadilla, me he pellizcado varias veces para comprobarlo, pero no es así. Esto es real. Al llegar a mi casa Lucas me pregunta que si se puede quedar un rato para hacerme compañía, pero le contesto que no.


Necesito estar solo. Cuando llego a la cocina de mi casa un grito de rabia y dolor sale de mi boca. Tras darle una patada a una silla, que queda destrozada, me siento en el suelo con la cabeza entre las piernas apoyado en la puerta principal. Solo lloro, no hago nada más que llorar. No sé cuantas horas han pasado pero tres por lo menos porque es hora de comer. “Tick, tock”. Suena en mi reloj anunciando que son las dos de la tarde, pero no tengo hambre.

Solo tengo sueño, pero no voy a dormir, subo a darme una ducha, me pongo algo cómodo y me voy a la playa. Me voy a mi lugar secreto, nadie sabe donde es. Salgo y me dirijo hacia la derecha por la orilla de la playa, a medio kilómetro más o menos hay un espigón, pues detrás hay una cueva muy escondida. Es muy grande, pero solo se yo el sitio. Voy allí siempre que necesito pensar. Me tiro horas y horas allí siempre que voy.
Hoy es 14 de Junio, el día que recibo la carta de mi madre con la triste noticia. Dentro de tres días es mi cumpleaños, el 17. Entonces dentro de casi dos semanas es la cosecha, el 28 de Junio. Si ganas los Juegos estas en casa antes del 20 de Julio. Que lío  Cuando llego a la cueva pasan dos horas de mediodía, entonces empiezo a recordar cada momento que pase con mi padre, cuando me enseño a utilizar el tridente, cuando abrió su tienda de peces, cada tarde en la playa con él, buceando por el espigón buscando caracoles de mar. Y más momentos que me vienen a la mente. 

Pero el principal fue hace más o menos un año, si, cuando cumplí 11 años. El me regaló un collar en el que ponía mi nombre y colgaba otro colgante de un ancla y otro de un tridente. Me lo saco del cuello y lo admiro durante 10 largos minutos. Me recuerda tanto a él. Y empiezo a llorar otra vez sin ningún motivo. Pero para mi el motivo de que mi padre se haya muerto es más que suficiente para llorar. Cuando creo que ya no me quedan lágrimas por derramar debe de ser tarde porque hay un precioso atardecer fuera.

El agua esta perfecta para nadar, así que me quito las zapatillas y me meto en el agua. Nadar me tranquiliza muchísimo. No creo que exista humano que viva en el Distrito 4 que no sepa nadar, excepto Annie quizás. Es una sensación que no sé como describir. Primero nado pequeñas brazadas y luego floto boca abajo y boca arriba. Es como si volaras, solo escuchas el rugido de las piedras chocando con el agua y el latido del corazón resonando dentro de mí. Me acerco lentamente hacia la orilla, no me apetece nada salir pero se hace tarde. Mientras me seco me quedo mirando el mar y me dirijo hacia mi casa.
Estoy más que muerto de hambre, así que me preparo una buena merienda que me servirá de cena y todo.



  
*Ding, dong*. Ha sonado el timbre así que voy a la puerta y me encuentro a Mark, Lucas e Iván jadeando y empapados de agua.



-      ¿Qué os pasa?- pregunto asustado.



-      He, hemos visto a… a Annie.- Me quedo en estado de shock, me cuesta reaccionar.



-      ¿Estáis seguros de que era ella? –asienten.- ¿Dónde? ¿Dónde estaba?



-      En la playa, a un kilometro de aquí más o menos, pues hacia la izquierda. Estábamos por allí porque habíamos visto a unos peces gigantes y los hemos empezado a perseguir y entonces la hemos visto. Estaba tumbada en la arena.



Sin pensármelo dos veces salgo corriendo en la dirección que me han indicado.




6 comentarios:

  1. Oh!!! Me encanta este capítulo. Me ha echo pena lo del padre. Me encanta la historia

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  2. Quee triste lo del padre de Finnick :(
    Oh dios, estoy deseando que se encuentre con Annie! ^^
    un beeso

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  3. AYYY NATALIA CASI LLORO CON LO DEL PADRE:'( Espero que subas capitulo pronto que quiero leer el encuentro con Annie^^

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    1. Si, la verdad es que da mucha pena, cuando yo lo releí me dio mucha pena... pero bueno. Claro que si, pronto lo veréis :)

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